La gura de Pep Guardiola no se puede entender sin la impronta indeleble de Johan Cruyff.
Maestro y discípulo, arquitecto y constructor, el vínculo entre ambos trasciende lo táctico. Es
una conexión losó ca que germinó en La Masía y oreció en las catedrales del fútbol
europeo. Guardiola es, para muchos analistas y exjugadores, el heredero directo del
pensamiento cruyf sta. No es solo que aprendiera el juego bajo su tutela, sino que adoptó —
con plena convicción— su visión del fútbol como forma de expresión, como arte y como
método.